Se hizo llamar “primer deportista del país” y como desde el primer día de su mandato, el 15 de agosto de 1954, se propuso manejar todo el país y casi lo logró. Manejó la economía, la política, el clima y hasta la altura de los ríos. La dictadura stronista lo contaminó todo. Instaló la cultura de la corrupción, y dividió a la poblacion entre “buenos” y “malos” paraguayos y los adeptos a su causa poco menos que se convirtieron en controladores, espìas y “pyragué” del resto de los habitantes. Con ese terrorífico aparato gobernó al país durante 35 años y desde hace 20, el pueblo trata de sacudirse de esa lacra.
Así pues, el fútbol era un bocado apetecible. El casamiento de Humberto Domínguez con su hija Graciela, le dio el pretexto ideal para dar el golpe al popular deporte. Casi sin oposición, “Beto” (después más conocido como HDD) llego a la presidencia de la Liga y la gobernó entre 1973 y 1977. Lo sucedió otro leal al mandamás: Oscar Barchini. Y todo estaba preparado para el retorno del primer yerno del país, cuando al fútbol despertó de su letargo.
Se gestó un movimiento de resistencia, nacido de las bases mismas del futbol: las divisionales de primera y segunda de ascenso, cuyos representantes, unánimemente, ungieron a Nicolás Leoz como candidato. La idea fue acogida con simpatía por varios clubes de la división superior, como Cerro Porteño, Guaraní, Sol de América, Nacional, San Lorenzo y River pero tropezaban con el aparato represor e intimidatorio puesto en marcha por la dictadura.
La campaña proselitista fue tremenda. Domínguez, viendo que la causa estaba perdida, más que nada porque defraudaría a su querido suegro, organizó hasta comisiones garrote, para “alinear como vela” a algún correligionario aliado a la causa del fútbol, no al capricho del dictador.
El futbol dio muestras de un extraordinario valor cívico, algo que ningún otro gremio intentó hacer para no desgradar al tiranosaurio. Y el día de la Asamblea, con la revolución de las urnas, el futbol recuperó su jerarquía y volvió a ser manejado por auténticos deportistas. Con Nicolás Leoz a la cabeza, Ernesto Barchello como vicepresidente y Venancio Estigarribia como tesorero, el deporte paraguayo tuvo, en 1979, uno de sus años más espectaculares: doble campeón de América y clasificado para el mundial juvenil de Japón.
Por eso, esta fecha debe ser recordada por siempre como el día en que el fútbol derrotó a la dictadura.
José Maria Troche
pitotroche@yahoo.com.ar
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