Son dos aficiones muy afines al fútbol. Chiqui Arce no es el primer entrenador, como tampoco fue el primer jugador, aficionado a las guitarreadas y a la pesca. Pero, curiosamente, no creo que en ninguno de sus predecesores hayan influido tanto tales aficiones. Lo cual se ve reflejado, si se quiere hilar muy fino, en el funcionamiento de los equipos que dirige.
Especialmente este Cerro Porteño carimbo 2021 que nos muestra semanalmente en dos versiones: Copa y torneo local.
La guitarra debe ser uno de los pasatiempos más divertidos tanto como si es uno el que ejecuta como si es el que disfruta de algún virtuoso aficionado a pulsar las cuerdas que hicieron famosos a Mangoré y a Berta Rojas. Todo es cuestión de tocar y tocar.
Como el Cerro Porteño de Chiqui con la diferencia de que tocan y tocan y tocan para atrás o para los costados y rara vez hacen sonar la música del gol como resultado de eso toque cansino y aburrido como el que nos mostró la noche de la Olla donde no supo cocinar a un rival bastante accesible.
Claro que de tanto y tanto tocar cadenciosamente, aparece una nota discordante, un centro más o menos atinado o un pelotazo fuera de contexto para marcar la diferencia… Sin embargo ese tocar y tocar en la cabecera del área propia indica que al conjunto le falta saltarse algunos compases y encender la pista con alguna polca kyre’y.
Y ¿qué me dicen de la pesca?
Ese es el otro factor que contagio la escena futbolística de los equipos de Cerro presentados últimamente por Chiqui. Dicen que no se puede pescar si uno es ansioso y apurado. Un buen pescador debe estar dispuesto a tolerar horas de sol o de frío, de calor o chaparrones hasta que los escurridizos peces se decidan a morder una carnada que no siempre es la adecuada.
Y eso se trasluce en el juego: ¡paciencia… paciencia! parece decir el DT cerrista viendo como la pelota no sale de su campo y como se adelanta el rival. Más de uno supo golpear y llevarse los puntos en juego.
Y Cerro se quedó sin nada.
No me gustaría que pase lo mismo en los próximos encuentros. Sería una gran frustración para una legión que sueña con mejores resultados. Y como el hincha de fútbol es impaciente, prefiere un buen raja y cincha que el insoportable y paciente toque que no conduce a nada…
O lo que es peor… al fracaso.