lunes, 21 de marzo de 2016

La Semana Santa Feliz de 1953


En Lima, Paraguay confirmó su grandeza


En el campeonato sudamericano obtenido por Paraguay en la Copa América de Lima, Perú, en 1953 se cerró una era magnífica de la selección paraguaya, que arrancó diez años atrás. Es decir que la generación que acudió al campeonato sudamericano de Perú, organizado por la Liga Paraguaya de Fútbol, maduró en Lima y arrancó del cielo una estrella de primera magnitud, perseguida y ambicionada por grandes equipos que le precedieron.


Presidente de la delegación fue el Dr. Alfonso Capurro, entonces también presidente de la L. P. F. Los delegados fueron: Anastacio Mendoza Sánchez (representante del fútbol sudamericano ante la FIFA), Gerardo Pérez (tesorero), Buenaventura Medina, Vidal Domínguez, Adolfo Gustale y Roberto Centurión Rojas.
El Cuerpo Técnico no tenía la exuberante proliferación de miembros, como ahora. Director Técnico: Manuel Fleitas Solich; Preparador Físico: Salvador Pane Casco; Médico: Roberto Bogado Sabelli; Masajista: Antonio Corrales; Utilero: Feliciano "Caporal" Rivarola.
Solamente tres periodistas acompañaron a la delegación. Alejandro Escobar fue invitado por la Liga. Pertenecía al Diario El País. Y dos periodistas radiales: Alejandro Cáceres Almada y Ulises Jordán también fueron testigos de la victoria.

La conquista del campeonato sudamericano de Lima no fue casualidad. Fue el resultado lógico de una época en que el fútbol paraguayo produjo la mejor generación de futbolistas, fruto de un tiempo durante el cual el fútbol era el centro de la atracción popular. Nuestra selección, el 7 de julio de 1945, alcanzó tal vez la más espectacular victoria ante el seleccionado argentino, flamante campeón sudamericano de ese año, en Chile, torneo al cual no concurrimos. El resultado fue de 5:1, en una estupenda jornada. Los cinco delanteros paraguayos, Vicente Sánchez, Pedro Fernández, Delfín Benítez Cáceres, Juan Bautista Villalba y Francisco Sosa que había entrado en reemplazo de Leocadio Marín anotaron los goles.

Un año después, en el sudamericano de Buenos Aires, en 1946, Paraguay fue tercero y en ese torneo apareció por primera vez en la selección uno de los más grandes arqueros de la historia: Sinforiano García. Nuestro seleccionado siguió subiendo: Paraguay, fue subcampeón en Guayaquil, en 1947, y dos años después le ganamos Brasil, en su propia casa en 1949, un torneo que se definió en una final en la que los locales terminaron por imponerse. En 1950, la selección paraguaya tomó parte del Campeonato Mundial, también en Brasil y aunque no pudo superar la primera etapa, su rendimiento conformó a la exigente crítica deportiva.

En el plano había grandes equipos y jugadores de sobra para armar un gran equipo, por lo que la decisión de Fleitas Solich al elegir a los 22 que irían a Lima causó muchos comentarios porque se trataba de escoger entre excelentes jugadores, todos con idénticas capacidades y talentos.

Entrenamiento y concentración

Concluido el campeonato de 1952 y nombrado Fleitas Solich como DT, comenzó la preparación. Fueron convocados: Goalkeapers: Adolfo Riquelme (Nacional) y Rubén Noceda (Pdte. Hayes); Backs: Robustiano Maciel y Antonio Cabrera (Libertad), Domingo Martínez (Guaraní) y Alejandro Arce (Cerro Porteño); Halves: Manuel Gavilán, Victoriano Leguizamón e Ireneo Hermosilla (Libertad), Heriberto Herrera (Nacional), Melanio Olmedo (Sol de América), y Derlis Molinas (Guaraní); Wingers: Ángel Berni (Olimpia) y Pablo León (Guaraní) por la derecha; Antonio Ramón Gómez (Libertad) y Silvio Parodi (Sp. Luqueño) por la izquierda. Los insiders derechos: Atilio López (Guaraní) y Luís Lacasa (Nacional); izquierdos: Juan Ángel Romero (Olimpia) y Milner Ayala (River Plate), Centreforwards: Rubén Fernández (Libertad) e Inocencio González (Sp. Luqueño).

Permanecieron concentrados durante tres meses debajo de las gradas del Estadio de Sajonia, en un ambiente que hoy no aceptarían ni los presidiarios. Así y todo, se armó un equipo extraordinario, con un grupo humano excelente. De los 22 convocados solo uno no jugó. La rutina era gimnasia y fútbol, de mañana y tarde. Hacían todas sus comidas en un bar de la Avenida Carlos Antonio López. Dormían al aire libre por el calor infernal, en camas cuarteleras prestadas por el RI 14. Tenían el baño local, para asearse, y el visitante, para sus necesidades fisiológicas. De tanto en tanto, entraba alguna bebida “fuerte” de contrabando, para paliar la monotonía de la concentración.

Campeón de punta a punta

Si a los paraguayos que vivimos aquí nos cuesta un Perú llegar a Lima, en tiempos de la aviación moderna, imagínense lo que fue en 1953. Sin embargo, los DC 6 de la Brannif de esa época eran verdaderos palacios volantes y solamente que el vuelo duraba casi seis horas, pero en contrapartida, uno se subía en Asunción y se bajaba en Lima, cosa imposible hoy día. Obviamente, no había televisión en directo como hoy, ni radiofonía satelital como ahora. De modo que permanecer conectados e informados, era no solo sacrificio para los periodistas y los medios, sino que una tortura para los aficionados.

Conscientes de su potencial, el cuerpo técnico y los jugadores se aplicaron a cumplir estrictamente lo planificado, y dejar que volara la imaginación de los habilidosos, para resolver las situaciones no previstas, en el campo de juego. Paraguay fue campeón invicto, en la cancha. En los papeles, perdió contra Perú -partido que había terminado empatado 2:2 porque, a causa de un inexplicable lapsus mental -nadie se dio cuenta- Paraguay hizo 4 cambios en lugar de los tres permitidos y en una votación, la comisión organizadora resolvió adjudicarle los puntos a Perú.

El 25 de febrero de 1953, con un fútbol de alto vuelo, la selección albirroja le pasó por encima a Chile, superándole claramente, por 3:0. Ángel Berni hizo el primer gol paraguayo del campeonato y el piloto y capitán del equipo, Rubén Fernández, los otros dos. En el siguiente encuentro empatamos penosamente con Ecuador, 0-0 mientras Brasil le metía 8-1 a Bolivia que en el debut le había ganado a Perú 1:0.

El tercero fue 8 de marzo, ante Perú, el del empate 2:2 y la protesta perdida. Los artilleros guaraníes fueron Rubén Fernández y Ángel Berni, los mismos del primer partido. Paraguay, con 3 puntos, tenía por delante tres juegos todavía. El 12 de marzo enfrentamos a Uruguay. Fue uno de esos partidos de cincha y raja donde a causa de las patadas que nos dieron los peruanos ante la complacencia de un panzón árbitro inglés, hubo que recurrir a modificaciones radicales. Esto nos privó de contar con el golero Riquelme a quien reemplazó Noceda, en ese único encuentro. Los zagueros Maciel y Cabrera, gravemente lesionados, ya no jugaron el resto del campeonato. En vez de ellos fueron llamados Heriberto Herrera y Melanio Olmedo quienes demostraron que estaban a la altura de los titulares. Fleitas Solich siempre decía que en su equipo había que elegir once entre 22 titulares. Y en verdad fue así. Empatamos 2:2 Atilio López se inscribió entre los goleadores y Ángel Berni anotó su tercer gol consecutivo.

Perú y Brasil seguían su marcha ascendente y, en la siguiente etapa, Paraguay debía enfrentar a Bolivia, un rival vapuleado por todos. Pero para nosotros, tal vez por los dos empates anteriores, Bolivia fue tan duro como todos los demás y apenas logramos superarlos por 2:1, el 16 de marzo de 1953, con goles de Juan Ángel Romero y Ángel Berni.

El aguatero de Lima

La historia de Pablo León es sencillamente extraordinaria. Hasta la última fecha, no había jugado ni un minuto en el equipo. La noche del 28 de marzo, Paraguay debía enfrentar a Brasil que le llevaba ventaja de dos puntos, pero además tenía uno menos que Perú. Las posiciones eran: Brasil era el puntero con 8 puntos; 2º) Perú, con 7; 3º) Paraguay, 6, y 4º Uruguay con 5. Este último ya no tenía posibilidades de llegar a ser campeón. Era la última oportunidad de intentar una hazaña y esperar un milagro.

Paraguay entró a la cancha con Riquelme, Herrera y Olmedo; Gavilán, Leguizamón y Hermosilla; Berni, Atilio López, Rubén Fernández, Juan Ángel Romero y Antonio Ramón Gómez. De entrada las cosas fueron parejas, pero comenzaron a espesarse cuando Nilton Santos anotó el tanto de apertura. Sin embargo Paraguay no se amilanó y emparejó el encuentro y lanzo numerosos ataques contra la portería brasileña, hasta que igualó Atilio López.

Cuando faltaban cinco minutos para finalizar el encuentro, Fleitas Solich le llama a Pablo León, a quien le dijo: “eiké ha eganá cheve kopartido” (Entrá y ganá el partido) y así lo hizo. En la primera pelota que tocó, una cortada sobre la punta derecha, encaró el arco y con un furibundo disparo consiguió el gol de la victoria. León hasta entonces había sido el principal auxiliar de sus compañeros, desde el costado del campo, alcanzándoles agua las veces que necesitaba. Pero esa anoche, “el aguatero de Lima” pasó a la historia. Jugó solamente 5 minutos, y condujo a la selección al campeonato.

Pero la historia no terminó allí. Paraguay no solamente abrió las posibilidades para su propia consagración sino que le regaló a Perú el campeonato, poco menos que en bandeja, pues con un punto menos, si le ganaba a Uruguay, era el campeón. Pero los uruguayos que nunca regalan nada, le metieron 3 y dejaron a Brasil y a Paraguay empatados en el primer puesto.

La final fue marcada para el 1 de abril de 1953, Miércoles Santo, de un tiempo en el que la Semana santa era recogimiento, oración y silencio. Y con ese clima, la afición deportiva paraguaya vivió y vibró con ese partido. Fue el delirio, la euforia total, alegría sin límites porque el encuentro final de la Copa América nos tuvo en vilo hasta que finalizó el encuentro. Paraguay tuvo un comienzo demoledor, con el mismo equipo que jugó el encuentro anterior, y al cabo del primer tiempo, se retiró con un contundente 3-0, marcador que nos daba una gran tranquilidad… lo cual no fue así. Manuel Gavilán, Atilio López y Rubén Fernández marcaron los goles. En el segundo tiempo entró Baltasar en el equipo brasileño, y lideró la reacción. A los 15 minutos de la segunda etapa Brasil se puso 3-2 y comenzó otro partido. Lanzados con todo al ataque, la defensa paraguaya se debatía con guapeza, y en el arco, Riquelme era un monumento.

Los relatores del aprtido practicamente ya no transmitían nada. Solo repetían una y otra vez cuanto faltaba para concluir el partido, hasta que llegó el final y Paraguay fue justiciero campeón.

Los campeones:

Para conocer un poco mejor a los campeones de Lima, es necesario saber algo más sobre las carreras de cada uno de ellos. Casi todos fueron convocados por primera vez para el Sudamericano de Lima y varios aparecieron vistiendo la albirroja, solo en ese torneo. Prácticamente todo el equipo fue transferido al exterior.

Riquelme, López y Herrera se fueron al Atlético Madrid. Noceda, al Chalaco, de Perú. Berni a San Lorenzo de Almagro, Rubén Fernández a Boca Juniors. Romerito a Nacional de Uruguay, Domingo Martínez a México, Antonio Ramón Gómez a la Argentina, Melanio Olmedo a Barcelona de España. Milner Ayala a Francia, Inocencio González a Colombia, Silvio Parodi a Italia. Poco después, Gavilán, Cabrera y Maciel se fueron a Brasil. Lacasa, poco después, abandonó el fútbol, para dedicarse a su profesión de contador. Arce se quedó en Cerro, León y Molinas en Guaraní, Hermosilla en Libertad y Leguizamón se fue a Olimpia.

miércoles, 10 de febrero de 2016

TRADICIÓN vs. MARKKETING

ACERCA DE LA MANÍA DE CAMBIAR CAMISETAS CADA AÑO



Varias veces me pregunté qué derecho tienen las empresas concesionarias de los atuendos deportivos de los clubes, para proceder a su antojo en el cambio de diseño, de colores y de modelos de las camisetas de los clubes, escudados en el pretexto del mercadeo, “marketing” que le dice ahora, con el simple y llano objetivo de ganar dinero. Muchas veces, como en este caso de la futura casaca de Cerro Porteño, es un verdadero atentado contra la tradición, desde el momento que los colores son manipulados, y hasta se incurre en una grave falta, el colocar en la camiseta alternativa, de propósito (tal vez para no crear confusión ¿?) al revés los colores de la bandera Paraguaya.
Y voy a hablar solamente de Cerro Porteño, que es el caso más llamativo, pero se aplica también a antojadizos modelos que obligaron a vestir a otros clubes y a la mismísima Selección Nacional, sobre todo utilizando estrafalarios colores para la aipó “camiseta alternativa”,



La tradición y los estatutos de Cerro Porteño (salvo que lo hayan cambiado y yo no me he enterado) habla del atuendo cerrista en estos términos: Camiseta a rayas verticales azules y rojas, pantaloncitos blancos y medias grises. La casaca que usaba el club cuando debía cambiarla, era blanca con una tira roja y otra azul, pegadas, frente al corazón. Se apunta también otro dato: debían ser 5 franjas: 3 azules y 2 rojas, del mismo ancho.
Hoy nos desayunamos con una camiseta que no tiene nada que ver con la tradición, que es más bien un remedo de las que antiguamente usaban general caballero o Atlético Colegiales, lejos de los coloridos diseños que hasta el siglo pasado se venían usando. La que va a ser cambiada el viernes, tampoco responde a lo que nos tenía acostumbrado este club, ya que a una camiseta roja le estamparon cuatro rajas azules al frente y nada más.



No sé si los dirigentes de Cerro porteño vieron lo que s les venía encima, ni si la aceptaron sin chistar. Yo, particularmente, creo que no. Aunque puedo estar equivocado de cabo a rabo. Lo que si se es que Cerro Porteño fue fundado en 1912 “como prenda de paz” en una época en que el país estaba convulsionado por los acontecimientos políticos sangrientos, entre liberales y colorados. Por ello se decidió que la camiseta fuera azul y roja, tal como la conocimos en 1950…
Y zácate, de golpe y porrazo, se tira directamente hacia uno de los bandos, sin tener en cuenta la grandiosa contribución a la pacificación del país, de los esposos Núñez, fundadores del club.

Creo que si no se puede rever la medida, me gustaría que la afición cerrista se manifieste y se mantenga en las gradas con la camiseta tradicional.
JOSÉ MARÍA TROCHE