miércoles, 28 de abril de 2010
Messi, un tipo raro
Quisiera compartir con ustedes esta arículo, publicdo en LA NACION de Buenos Aires, el 27 de abril, y firmado por el colega argentino, Carlos Reymundo Roberts. Vale la pena leerlo. No se lo pierdan.
Es una cosa seria este chico Messi. No hablo de sus goles, de sus proezas con la pelota, de sus títulos, de sus récords y de que va, quizá, camino de ser el mejor de todos los tiempos.
Es una cosa seria. Quiero decir: es un chico serio. Se le ha caído encima, en un puñado de años, un montón de gloria, de fama, de celebridad, de dinero, y él sigue ahí, sencillo, humilde, como no creyéndosela.
Reconozco que llevo tiempo escrutándolo para ver su primer traspié. Un grito, una declaración fuera de lugar, un gesto destemplado, una patada para devolver tantas patadas, un arranque de concupiscencia.
Qué le pasa a este chico que no llega tarde a los entrenamientos, que no es vaguito, que no se vuelve loco con la plata, que se calza botines y no botineras (y si lo hace, nadie se entera).
Qué le pasa que no discute con nadie, que no es vicioso, que no es fiestero (y si lo es, nadie se entera).
Qué le pasa que se lleva bien con todos, que no deja de agradecer a su familia, a sus compañeros, al técnico, al Barcelona...
Me pregunto de qué material está hecho. ¿No será él, también él, un barrilete cósmico? ¡Eh, Leo, tenés 22 años y el mundo a tus pies, aprovechalo! ¡Todos los autos, todas las mujeres, todos los placeres! Pero no, este chico vive con su familia, va todos los días al trabajo, es obediente con sus jefes y si tiene unos días libres, se viene a Rosario para reencontrarse con sus amigos.
Sí, es un tipo raro. Un argentino raro: no se come a los chicos crudos, no es soberbio, no se lleva el mundo por delante, habla poco, hace mucho...
No sé si hay que agradecerles a sus padres, al Barcelona o a la Divina Providencia: alguien tiene que explicar cómo es que nos ha salido un tipo tan poco afectado. Es decir, lo raro es que sea normal.
Me dicen que ha tenido sus rabietas, y me recuerdan que la primera vez que jugó para la selección mayor duró 36 segundos porque lo expulsaron por una mala reacción ante una patada. Pero me aseguran también que escucha y aprende, que está más maduro, que ha disciplinado el carácter.
Algunos pueden llegar a pensar que las cosas se simplifican cuando todo va bien y que a él la vida no deja de envolverlo en mieles. Es cierto. Pero también ha tenido tragos amargos. Se lo ha acusado de que sólo le interesa jugar bien para su club, de importarle un comino el seleccionado, de no saber la letra del Himno, de tener documento argentino y corazón catalán.
Yo lo quiero así a Messi: con virtudes de operario japonés y magia de potrero rosarino. Alemán en los entrenamientos y carasucia en los partidos. Lo quiero así, calladito fuera de la cancha y gritando goles dentro de ella. Así, raro, tímido, corto. Laburante. Familiero. Atorrante con la pelota. Sólo con la pelota.
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